Los trasplantes de órganos han salvado y mejorado la vida de miles de personas en Argentina, pero el proceso no solo implica desafíos médicos. La incertidumbre, la ansiedad y el miedo son parte cotidiana, y cuidar la salud emocional es tan importante como los controles físicos. Con más de 7.000 personas esperando un trasplante según el INCUCAI, iniciativas como el Programa de Acompañamiento Emocional se vuelven esenciales para mantener la esperanza y apoyar una recuperación completa.
Una red de contención nacida en la pandemia
Este programa surgió durante la pandemia, impulsado por la Asociación Pediátrica de Trasplante. Su presidenta, Claudia Mosler, quien es paciente trasplantada desde hace más de 45 años, explica: “Pensamos qué podíamos hacer para no sentirnos solos, para compartir miedos, angustias e incertidumbre. Convocamos al Instituto de Trasplantes de CABA y a su área psicosocial, y desde entonces nos acompañan con un gran equipo de profesionales”.
A diferencia de una terapia tradicional, este espacio fomenta el intercambio de experiencias entre personas en situaciones similares. “El reflejarnos en el otro, pedir consejo o información, ver que alguien más logró recibir su trasplante baja los niveles de angustia. Es un acompañamiento desde la comprensión y la esperanza”, dice Mosler.
Apoyo en cada etapa del proceso
El programa cubre todas las fases: desde quienes empiezan diálisis hasta los que esperan en lista o se recuperan después del trasplante. Cada etapa tiene sus retos, y el apoyo se adapta.
“Sabemos que la lista de espera es un momento difícil, con la incertidumbre de si el trasplante va a llegar. Acompañar con palabras empáticas y con la experiencia de quienes ya pasaron por eso marca una diferencia enorme”, asegura Mosler.
También ayuda a quienes reciben un diagnóstico reciente, ofreciendo herramientas para manejar la información abrumadora. Después del trasplante, el foco está en seguir el tratamiento, compartir estrategias exitosas y fortalecer el vínculo con los médicos.
La familia, un pilar clave
El programa incluye grupos para familiares, donde padres, hermanos o parejas comparten experiencias. “Entendimos que el sostén emocional de la familia es fundamental. Creamos un espacio donde puedan aprender cómo acompañar al paciente desde su lugar”, explica Mosler.
Además, invitan a expertos como nutricionistas, cirujanos y especialistas en donación para dar información útil.
Los encuentros son semanales por Zoom, con grupos de apoyo en WhatsApp activos todo el año. Colaboran el INCUCAI, el Instituto de Trasplantes de CABA y equipos médicos de todo el país.
Los resultados son positivos: mayor cumplimiento del tratamiento, mejor manejo de la información y una red de empatía que ayuda a quienes más lo necesitan. “La visibilidad de este programa es clave para llegar a más personas. Creemos en él porque vemos cada día cómo transforma la vida de quienes participan”, concluye Mosler.




