Juan Manuel Fernández, fundador del restaurante Hilario, habló sobre la historia y evolución de su emprendimiento en una entrevista con «La Divina Mañana». Fernández recordó cómo transformó el icónico local de Bagatelle en un espacio de cocina saludable, evitando frituras y optando por alimentos al vapor, salteados y a la plancha. Además, destacó la importancia de mantener la esencia y el legado histórico del lugar.
En una entrevista con «La Divina Mañana», Juan Manuel Fernández, fundador del restaurante Hilario, compartió detalles sobre su emprendimiento gastronómico y su trayectoria desde su apertura hace siete años. Fernández recordó cómo surgió la idea de Hilario, un negocio dedicado a ofrecer comida saludable sin fritos, utilizando métodos como salteado, vapor y plancha.
«Mi concepto de negocio era un negocio saludable, no tenemos fritos. Los panes son nuestros, las medialunas las hacemos nosotros, tenemos una pastelera. Toda la pastelería la hacemos nosotros,» explicó Fernández, destacando el enfoque artesanal y saludable de su propuesta culinaria.
Hilario no comenzó como un restaurante saludable de inmediato. Fernández detalló que, debido a la necesidad económica y después de una gran inversión y un préstamo bancario, decidió abrir inicialmente como una cervecería. «Abrimos como cervecería primero, funcionamos así seis meses porque necesitaba plata. La realidad era que había gastado todos mis ahorros y necesitaba abrir el negocio urgente,» confesó. Este enfoque inicial fue exitoso, atrayendo a multitudes, aunque no reflejaba completamente su visión a largo plazo.
Eventualmente, Fernández logró convertir Hilario en el restaurante saludable que había imaginado. «Me di cuenta de que ahora la gente que yo quería porque quería un restaurante saludable,» mencionó, refiriéndose a su público objetivo.
El local donde se encuentra Hilario tiene una rica historia. Anteriormente, funcionó como Bagatelle, un famoso cabaret de la década de los 50. «Entrar a Hilario es imaginarse un cabaret con veladoras, paredes rojas y un pequeño escenario,» describió Fernández, añadiendo que el lugar solía albergar espectáculos de tango y reuniones de políticos. Bagatel cerró en la década de los 90, y posteriormente el lugar tuvo una etapa menos gloriosa como prostíbulo, una confusión que Fernández quiso aclarar.
Fernández se enorgullece de haber preservado la esencia histórica del local mientras introduce una nueva era de gastronomía saludable. «El lugar tiene una disposición de la década de los 50, y hemos mantenido esa esencia,» señaló.