Lo que inicialmente parecía ser una situación de emergencia en el barrio porteño de Villa General Mitre se reveló como una falsa alarma que movilizó a un gran número de fuerzas policiales.
Todo comenzó cuando un vecino creyó erróneamente que intrusos habían ingresado a una vivienda cercana y se ocultó, alertando a una amiga policía y desencadenando una cadena de llamadas de emergencia.
La alerta inicial sugería la presencia de tres delincuentes armados en uno de los departamentos, lo que provocó una rápida respuesta policial con la participación de francotiradores, helicópteros y unidades de rescate. Sin embargo, al investigar más a fondo, se confirmó que no había ninguna toma de rehenes ni actividad delictiva en el edificio.
Los voceros policiales descartaron cualquier indicio de delito y explicaron que el denunciante, quien reportó la supuesta toma de rehenes, podría tener problemas de salud mental y había realizado llamadas similares en el pasado. Esta situación puso de relieve la importancia de verificar la veracidad de las denuncias antes de movilizar recursos policiales significativos.
El hecho, aunque falso, sirvió como recordatorio de la necesidad de una respuesta rápida y coordinada ante situaciones de emergencia, así como de la importancia de abordar adecuadamente los problemas de salud mental en la comunidad.