Un 4 de octubre de 2009, a los 74 años, la música latinoamericana perdió a una de sus mayores referentes: Mercedes Sosa, conocida popularmente como “La Negra”. La artista falleció en el Sanatorio de La Trinidad de Palermo, en la Ciudad de Buenos Aires, tras una internación por complicaciones hepáticas y renales.
Una voz que marcó la historia
Nacida en San Miguel de Tucumán en 1935, Mercedes Sosa se convirtió en la voz más representativa del folclore argentino y en un símbolo de la canción comprometida. Desde los años ’60, impulsada por el Movimiento del Nuevo Cancionero, unió la tradición popular con letras cargadas de contenido social y político.
Su voz inconfundible dio vida a canciones que se transformaron en himnos: “Gracias a la vida”, “Alfonsina y el mar”, “Sólo le pido a Dios”, entre muchas otras. Su repertorio trascendió fronteras, interpretando obras de Violeta Parra, Atahualpa Yupanqui, León Gieco y Silvio Rodríguez, entre otros grandes creadores.
Exilio y regreso
Durante la dictadura militar argentina (1976-1983) fue perseguida y censurada, lo que la obligó a exiliarse en Europa. Su regreso en los años ochenta se convirtió en un acontecimiento cultural y político, con conciertos multitudinarios que simbolizaron la recuperación de la democracia y la libertad en Argentina.
Reconocimientos y legado
Mercedes Sosa recibió múltiples distinciones, entre ellas el Grammy Latino a la Excelencia Musical en 2004, y fue nombrada Embajadora de Buena Voluntad de la UNESCO.
Hoy, a más de 15 años de su partida, su figura sigue siendo un faro cultural y social, inspirando a nuevas generaciones con su valentía, sensibilidad y compromiso.
Una voz que no muere
Su muerte fue llorada en toda la región, pero sus canciones siguen vivas en la memoria colectiva. Cada interpretación mantiene encendida la llama de una mujer que transformó su voz en símbolo de lucha, esperanza y unidad latinoamericana.