El conductor Alejandro Fantino denunció públicamente que su voz fue clonada con inteligencia artificial para cometer una estafa en su nombre. El hecho generó preocupación en el ámbito mediático y abrió el debate sobre los riesgos del uso indebido de herramientas digitales.
“No solo está en juego mi nombre, sino la confianza del público en los medios”, expresó Fantino, visiblemente molesto, al referirse a la maniobra fraudulenta que utilizó una imitación perfecta de su voz para difundir un mensaje falso en redes sociales.
Según detalló, los estafadores replicaron su tono, estilo y forma de hablar para promocionar un supuesto servicio financiero, aprovechando su credibilidad como figura reconocida del periodismo y el entretenimiento.
El caso encendió las alarmas sobre los límites éticos y legales del uso de inteligencia artificial, especialmente en lo que respecta a la clonación de voces e imágenes de figuras públicas sin su consentimiento.
El equipo legal del conductor ya inició acciones judiciales y se espera que las plataformas donde circuló el contenido apócrifo tomen medidas para identificar a los responsables y evitar nuevas estafas.
La situación también fue abordada por otros comunicadores, que expresaron su solidaridad con Fantino y reclamaron una regulación más estricta sobre el uso de estas tecnologías.