El consumo de carne en Argentina está alcanzando mínimos históricos, marcando una nueva era para el icónico ritual del asado. Según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario, el consumo anual per cápita podría caer por debajo de los 45 kilos este año, muy por debajo del promedio histórico de casi 73 kilos. Esta cifra también sería inferior a los 46,9 kilos registrados en 1920, señalando un punto de inflexión en los hábitos alimenticios del país.
A pesar de esta reducción, Argentina sigue siendo uno de los mayores consumidores per cápita a nivel mundial, prácticamente empatado con Uruguay y superando con creces a países como Estados Unidos, Australia y Chile.
La tendencia a la baja en el consumo de carne vacuna ha sido evidente desde la segunda mitad del siglo pasado, a medida que otras fuentes de proteínas han ganado terreno en la dieta de los argentinos, especialmente durante la actual recesión económica. El pollo y el cerdo, opciones más económicas, están siendo preferidas por los consumidores.
Este año, se proyecta que cada argentino consumirá alrededor de 45 kg de carne vacuna, el nivel más bajo en los últimos 110 años según la Bolsa de Comercio de Rosario. Además, el consumo total de carnes bovina, aviar y porcina podría disminuir un 9% respecto al año anterior, situándose en aproximadamente 105,7 kg por habitante, el nivel más bajo desde 2011.
La composición de la dieta cárnica también está cambiando notablemente. En 2024, se espera que el consumo de carne aviar iguale al de carne vacuna por primera vez en registros, con una proporción de carne bovina que alcanza su mínimo histórico. Mientras tanto, el consumo de carne porcina estaría aumentando.
Este cambio no solo refleja una preferencia por alternativas más económicas, sino también un ajuste en los hábitos alimenticios de los argentinos frente a las condiciones económicas actuales. A medida que el poder adquisitivo de los sueldos disminuye, la cantidad de carne que cada persona puede comprar ha visto una reducción significativa, cayendo un 13,3% en comparación con el promedio de la última década.
En resumen, el paisaje gastronómico argentino está experimentando transformaciones profundas, con un consumo de carne en declive y un aumento en la preferencia por proteínas más accesibles económicamente. El futuro del asado, un símbolo cultural arraigado, enfrenta desafíos en un contexto de cambios económicos y preferencias alimentarias en evolución.