«Siempre me gustó sacar fotos, pero fue cuando nació mi sobrino que decidí tomarlo en serio. Al principio, cuando veo las primeras fotos que tomé, pienso ‘pobrecito, lo maté’. Pero con el tiempo y la capacitación, aprendí a capturar la esencia de esos momentos con más delicadeza y cuidado», comparte Maribel.
Con el tiempo, Maribel se ha convertido en una figura indispensable para muchas familias, acompañándolas desde el embarazo hasta el primer año de vida del bebé, documentando cada etapa de crecimiento y creando recuerdos perdurables.
«Lo lindo de mi trabajo es que siempre son momentos de alegría. Trabajar con niños es maravilloso, y ver cómo crecen mes a mes es algo increíble. A veces las familias vuelven incluso después del primer año del bebé, porque saben lo rápido que crecen y quieren seguir capturando esos momentos», agrega Maribel.
Su trabajo no solo se trata de tomar fotos, sino de crear experiencias llenas de alegría y conexión familiar.
«La fotografía es lo único que nos queda del momento aquel que se nos fue. Es importante tener recuerdos tangibles, que podamos ver y tocar, para revivir esos momentos especiales una y otra vez», concluye Maribel, destacando la importancia de las fotografías como recuerdos atesorados por toda la vida.
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