El año bisiesto ocurre cada cuatro años y se debe a la necesidad de ajustar el calendario anual para que esté en sincronía con la duración real del año solar. La Tierra tarda aproximadamente 365 días y 6 horas en dar una vuelta completa alrededor del Sol. Por lo tanto, si simplemente tuviéramos años de 365 días, con el tiempo, las estaciones y los eventos astronómicos como los equinoccios y solsticios se desfasarían gradualmente en relación con nuestro calendario.
Para corregir este desfase, se introduce un día adicional, conocido como «día bisiesto», en el calendario cada cuatro años. Este día extra se añade al mes de febrero, por lo que febrero tiene 29 días en lugar de los habituales 28. Así, el año bisiesto tiene una duración de 366 días en lugar de los 365 habituales.
Esta práctica fue establecida por Julio César en el calendario juliano en el año 45 a.C., y luego refinada por el Papa Gregorio XIII en el calendario gregoriano en 1582.